
Ana Montes, una carrera sorprendente
El 21 de setiembre de 2001, diez días después del atentado a las torres gemelas, un grupo de agentes del FBI ingresan al edificio principal de la DIA, la agencia de inteligencia al servicio del pentágono, para arrestar a Ana Belén Montes, la principal analista en asuntos cubanos. El motivo del arresto: espionaje a favor de Cuba, un delito que podría pagar con la pena de muerte.
ORÍGENES
Ana Belén Montes nació en 1957 en una base militar estadounidense en la antigua Alemania Comunista. Su padre era un siquiatra puertorriqueño que trabajaba para las fuerzas militares de los Estados Unidos. Los abuelos de Ana Belén eran asturianos que habían emigrado a Cuba en principio y posteriormente a Puerto Rico. No está de más aclarar que Puerto Rico es un estado asociado a Estados Unidos y por tanto todos sus ciudadanos, independientemente de su cultura y de su filiación política, son ciudadanos estadounidenses.
Los primeros años de su infancia transcurrieron en Europa, luego su padre fue trasladado a Kansas donde Ana Belén y sus dos hermanos estudiaron en colegios exclusivos. Irónicamente, siendo hija de un siquiatra tuvo una infancia marcada por el autoritarismo de su padre lo cual según informes realizados por sicólogos de agencias de inteligencia posteriormente a su arresto, la llevó a rebelarse contra todo lo que representara excesos de poder y de autoridad.
EDUCACIÓN

Con tan solo 22 años obtuvo la licenciatura en relaciones internacionales en la Universidad de Virginia. Entre 1982 y 1984 obtuvo un posgrado en Estudios Internacionales Avanzados en la exclusiva Universidad Johns Hopkins. Se dice que a fines de los setenta viajó a España y allí conoció a un argentino quien le mostró su posición contraria a la política exterior norteamericana y tuvo una fuerte influencia en ella. Según testimonios de sus compañeros y allegados, en su época universitaria Ana Montes mostraba un marcado desacuerdo con la política exterior estadounidense y una clara simpatía por Cuba y en especial por Nicaragua donde hacía poco que había triunfado la revolución sandinista. Recordemos que en esta época comienzan los escándalos del apoyo de Estados Unidos a la contra nicaragüense, apoyo financiado a través de la venta ilegal de armas y de cocaína.
COMO SE CONVIERTE EN UNA ESPIA
Una compañera universitaria, de origen puertorriqueño, Marta Rita Velázquez se acerca a ella y le muestra que comparte sus puntos de vista. Ambas compañeras mantienen su amistad terminados los cursos universitarios. Ana Belén se muestra interesada en ayudar al pueblo nicaragüense que intenta sobrevivir dentro del proceso revolucionario y Velázquez le dice que tiene amigos que le pueden mostrar cómo ayudar a Nicaragua.
Terminado su posgrado Ana Montes consigue un empleo nada menos que en el Departamento de Justicia. A fines de 1984 Velázquez y Ana Montes viajan juntas a Nueva York, allí Velázquez le presenta a un amigo cubano que representa a su país ante la ONU y por tanto goza de inmunidad diplomática. Almuerzan los tres juntos y ellas vuelven a Washington. Velázquez posteriormente la llama para decirle que había causado una muy buena impresión en su amigo cubano quien efectivamente está dispuesto a mostrarle como ayudar a los países centroamericanos que están sufriendo la intervención de Estados Unidos. Velázquez le pide que escriba su biografía y brinde datos pormenorizados de su trabajo en el departamento de justicia.
Marta Rita Velázquez era una agente al servicio de Cuba y estaba en proceso de reclutar a Ana Montes. Al año siguiente Velázquez y Ana Montes viajan a España, allí se encuentran con un cubano que les da pasaportes falsos para viajar a Praga. En ese momento Checoslovaquia tenía uno de los mejores servicios de inteligencia del bloque comunista. En Praga se encuentran con otro cubano que les da otros pasa

portes falsos y de allí viajan a Cuba donde ambas reciben entrenamiento como espías, aprenden codificación y decodificación de mensajes para transmitirlos en radios de alta frecuencia junto con otras técnicas como por ejemplo como pasar las pruebas de polígrafo. Hicieron el regreso en sentido inverso, de la Habana volaron a Praga, de Praga a Madrid y de allí a Washington. En los pasaportes reales de ambas mujeres figuraba como que habían estado todo el tiempo en España.
Poco después del regreso, Ana Montes consigue un puesto de trabajo en la DIA, agencia de inteligencia de defensa al servicio exclusivo del presidente y de sus ministros. Velázquez también consigue un puesto en un organismo estatal, en su caso, el USAID, una agencia de ayuda internacional, que en realidad es un medio más que utiliza Estados Unidos para manipular y espiar a los países a los que supuestamente está ayudando.
Ambas mujeres hacen carrera dentro de sus respectivas agencias llegando a acceder a documentación de máximo secreto. La carrera de Ana Montes se podría tildar de brillante, forma parte de los equipos de análisis de países latinoamericanos como El Salvador y Honduras hasta que en 1992 queda a cargo de la sección de asuntos cubanos, tal es la profundidad de sus conocimientos con respecto al país caribeño que se gana un apodo insólito: la reina de Cuba.
Sus informes permanentes a lo largo de esos años hasta que fue arrestada consistieron en convencer a los Estados Unidos que una isla en el Caribe, con diez millones de habitantes, la mayoría viviendo al límite de la pobreza, con unas fuerzas armadas equipadas con material obsoleto, con una economía arruinada y sin perspectivas, no representaba de ningún modo una amenaza para Estados Unidos.
Según los oficiales superiores de inteligencia el peligro que representa Cuba hasta el día de hoy se debe a las relaciones que ésta tiene con países como Irán, Rusia, China o Corea del Norte, Cuba vende o comparte con estos países la información secreta que obtiene sobre Estados Unidos ya sea sobre asuntos políticos, militares o industriales.
PRIMERAS SOSPECHAS
El principal inquisidor de Ana Montes fue un superior suyo llamado Scott Carmichael, jefe de investigación criminal de la DIA.

Scott Carmichael, siempre sospechó que era una espía
Según sus propias palabras “me encanta cazar espías, nada más emocionante que ir tras ellos y atraparlos”. Ana Montes era una mujer extremadamente cuidadosa y muy bien entrenada, no obstante, no estaba libre de cometer errores. En 1996 una avioneta de una supuesta ONG de cubanos residentes en Estados Unidos, “Hermanos al rescate”, patrullaba aguas caribeñas en busca de balseros para ayudarlos a llegar a la costa. Probablemente la ONG servía de cobertura para que alguna agencia de inteligencia utilizara la avioneta como medio de espionaje. Lo cierto es que la aeronave entró en aguas cubanas y fue derribada, los pilotos murieron y se generó una crisis que en realidad fue más mediática que diplomática.
De inmediato se formó un comité integrado por miembros de las agencias de inteligencia y militares para asesorar al presidente Bill Clinton. Ana Montes era de las personas que supuestamente más entendía sobre el tema Cuba. Participó del comité pero se retiró antes de lo debido, esto molestó a uno de sus colegas quien presentó la queja ante Carmichael y este decidió entrevistarla. Carmichael declararía unos años más tarde que las respuestas que dio Ana Montes fueron muy precisas y se mostró muy segura hasta que le dijo que nadie sabía dónde había estado luego que desapareció de las reuniones y Ana Montes entró en pánico, supo salir de la situación pero resultó muy sospechosa.
La sospecha quedó hibernando hasta cuatro años más tarde en que Carmichael recibió la visita de dos agentes de contraespionaje del FBI quienes le dijeron que dentro de la comunidad de inteligencia estadounidense había alguien entregando información clasificada a la inteligencia cubana. Estaban buscando al traidor o traidora pero no tenían mucha idea de como encontrarlo y acudieron a cada agencia. Carmichael pidió una lista de la gente que tenía acceso a esa información clasificada y se la dieron, eran cientos de personas, en el lugar número veinte apareció el nombre de Ana Montes y Carmichael tuvo la intuición de que era ella, se lo dijo a los agentes del FBI pero lo tomaron como una hipótesis remota.
Poco después Carmichael comenzó a revisar los archivos de Ana Montes y en uno de sus informes sobre Cuba descubrió un patrón de análisis que indicaba que las estadísticas que presentaba habían sido manipuladas. Llamó al FBI y esta vez lo tomaron más en serio. Había una sospecha sobre una computadora portátil que inteligencia cubana le había pedido a un informante que comprara en determinado local. Fueron al comercio y comprobaron que la compradora había sido Ana Montes.
COMIENZA LA PERSECUCIÓN

El FBI puso cámaras en el sector de la oficina que ocupaba Ana Montes, e intervinieron su teléfono. Comenzaron una vigilancia física sobre ella. Vivía sola y vieron que cada tanto salía de su casa a hablar en teléfonos públicos a pesar de tener teléfono de línea en su domicilio y tener celular. Metódicamente los domingos de tarde salía con una bolsa de nylon, tomaba un subte, se bajaba en determinadas estaciones, esperaba un minuto para ver si alguien la seguía, salía de la estación, en determinado momento se ataba los cordones de los zapatos y entraba en alguna farmacia, supuestamente a hablar en el teléfono público y salía sin la bolsa. Los teléfonos a los que llamaban eran servicios de recepción de mensajes y los mensajes de Ana Montes eran solo números. También descubrieron que cada dos domingos se encontraba con su oficial controlador.
El siguiente paso fue revisar su apartamento. Ana tenía un novio en Miami y viajaba algunos fines de semana para verlo. Aprovecharon uno de sus viajes para entrar a su casa donde encontraron una radio de transmisión de alta frecuencia en una caja junto a la ventana de su dormitorio y en uno de los placares hallaron la computadora que inteligencia cubana le había mandado comprar. Sacaron copias del disco duro para su posterior análisis. En esa época se usaban los disquetes, supuestamente debía tener uno o más de ellos con la opción de encriptar y desencriptar información pero no encontraron ningún disquete. En el laboratorio vieron que había borrado muchísima información del disco duro, sin embargo sobrevivió un documento de once páginas escritas en inglés y en español con información clasificada que había pasado a los cubanos.
Luego de analizar la situación llegaron a la conclusión que debía tener el disquete de encriptación consigo misma, probablemente en la cartera que siempre usaba. Planearon una reunión supuestamente improvisada a la que la convocaron sin previo aviso. Dos técnicos del FBI encubiertos como personal de mantenimiento sacaron su cartera de un cajón donde la había dejado y la revisaron meticulosamente mientras Ana estaba reunida. No encontraron nada sospechoso hasta que en un doble fondo apareció una hoja escrita a mano con una tabla de códigos, la fotografiaron y devolvieron la cartera a su lugar. Posteriormente llamaron a los teléfonos de recepción de mensajes que Ana había llamado y comprobaron que los códigos coincidían.
Ya tenían pruebas suficientes para arrestarla pero la dejaron seguir avanzando para ver si podían utilizarla ahora que sabían que ella era una espía y a su vez ella ignoraba que había sido descubierta. Podían haberla utilizado para pasar información falsa, por ejemplo, o para intentar atrapar a otros agentes pero aparentemente no hubo nada de eso. Según la explicación oficial, cuando unos meses más tarde se produce el “atentado” a las torres gemelas y Estados Unidos utiliza esta excusa para ir a la guerra, la DIA organiza una comisión para asesorar al presidente. Ante la posibilidad de que Ana Montes robara información secreta para dársela a los cubanos y que estos la vendieran o la intercambiaran con enemigos de Estados Unidos, el FBI decide arrestarla y llevarla a juicio.
JUICIO Y CONDENA

El día de su arresto
Ana Belén Montes fue acusada de entregar a Cuba información secreta sobre la política exterior norteamericana, un delito tipificado en principio como alta traición, algo que bien le pondría haber valido la pena de muerte. Se declaró culpable de los cargos y llegó a un acuerdo con la fiscalía, le cambiaron la acusación de alta traición por espionaje y finalmente fue sentenciada a veinticinco años de prisión. Aparentemente Ana le dio al FBI toda la información de su actividad como espía durante dieciséis años. Es justo aclarar que jamás recibió dinero ni beneficios materiales por su colaboración con Cuba
Durante el juicio Ana Montes declaró: “hoy vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio – por individuos o gobiernos – lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Yo espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba como cualquier otra nación quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio”
En sus últimos años de espionaje Ana Montes se había quejado de vivir en constante miedo y teniendo que fingir todo el tiempo, incluso en determinado momento quiso dejar su servicio a Cuba para formar una familia pero siempre hubo alguien para convencerla de seguir adelante.
Irónicamente los dos hermanos de Ana hicieron carrera como oficiales del FBI. En el momento del arresto de Ana Montes, Marta Rita Velázquez, la agente cubana que la reclutó como espía, renunció a su trabajo en el USAID y se fue a vivir a Suecia. Estaba casada con un funcionario sueco. Estados Unidos la llamó a declarar y ella se negó a hacerlo. Entre Suecia y Estados Unidos no hay acuerdo de extradición por asuntos políticos y para la ley sueca el espionaje entra en esa categoría.
Ana Belén cumple su condena en una base militar en Fort Worth, Texas. Pasa veintitrés horas al día encerrada en una celda de dos metros por tres. Sale una hora al patio pero no puede tener contacto con otras reclusas. Solo puede recibir visitas de su padre y de su hermano. No puede recibir absolutamente nada del exterior, ni paquetes, ni libros ni revistas. No se le permite ver televisión. Se presume que podrá salir libre en julio de 2023.
Años después de su arresto Ana Montes le escribió una carta a su sobrino en la cual afirmaba “le debo lealtad a los principios y no a ningún país, gobierno o persona. No le debo lealtad a Estados Unidos, a Cuba o a Obama o a los hermanos Castro, ni siquiera a Dios.”
ANTONIO FIGUER